Después de las vacaciones de medio periodo, algunas personas estudiantes deciden, por diversos motivos, no continuar con sus estudios. Solo en el 2020, más de 90 mil estudiantes abandonaron las aulas según datos del Ministerio de Educación Pública (MEP), sumado a que, para este reinicio del Curso Lectivo, se contabilizan casi 425 mil estudiantes que no tienen acceso a conectividad para completar su proceso educativo.
Algunas de las situaciones por las cuales las personas estudiantes abandonan sus estudios son:
- Problemas económicos
- Situaciones a nivel familiar
- Agresión
- Violencia en todas sus formas
- Desintegración familiar
- Entre muchos otros aspectos
A nivel académico, la desmotivación escolar genera en la persona estudiante una falta de proyecciones y metas a futuro. Los factores asociados a la deserción escolar son muchos, pero desde marzo del 2020 existe un nuevo factor en todo el mundo, y es el poco o nulo acceso a la conectividad que viven algunas personas estudiantes.
La pandemia promovió la deserción escolar, ante esto el Ministerio de Educación Pública (MEP) implementó la virtualidad, y uno de los grandes retos fue el acceso a la tecnología para acceder a las clases en muchos hogares costarricenses. Esta situación, llevó a retomar las clases presenciales, que han mitigado el tema de la conectividad como elemento de exclusión escolar.
La presión de esto, llevó a retomar las clases presenciales, que han mitigado el tema de la conectividad como elemento de exclusión escolar.
El papel que debe de ejercer la persona profesional en Orientación es apoyar, orientar y buscar las posibles soluciones ante los diversos motivos que le impiden a las y los estudiantes continuar con la educación.
Hacemos un llamado a las y los profesionales en Orientación a apoyar toda iniciativa, estrategia o esfuerzo generado por cualquier institución o persona profesional, para evitar la deserción escolar.
Al cierre de este editorial recordamos el mensaje dicho por el profesional en Orientación, Lic. Josie Israelski Pérez:
“Debemos ser un faro de luz entre tanta oscuridad; en ocasiones, no dimensionamos la capacidad que puede tener cualquier actor educativo en la trascendencia del estudiantado, por tanto, la invitación es a conectar con la labor que realizamos, potenciando la esperanza y generando acciones para que, en medio de la crisis que vive el mundo por la pandemia, se refuerce la colectividad, realizando acciones que generen cambios y potenciando una visión esperanzadora sobre el futuro de la juventud, valorando estos momentos como las bases para el crecimiento y el desarrollo personal y de la sociedad en general”.